El otro día, a la salida del colegio para recoger a mis hijos, tuve una conversación muy interesante con unos padres. Estuvimos hablando de un tema muy recurrente. Educar en el respeto. El respeto en los menores de hoy en día. Como os podéis imaginar, la conversación estuvo enfocada en la dificultad para transmitir el respeto a los menores. Muchas veces se compara nuestro actual modelo educativo con un modelo mucho más basado en el castigo. Pero se conseguía transmitir RESPETO (en mayúsculas)? tengo mis dudas.
El respeto es la consideración, acompañada de cierta sumisión, con que se trata a una persona o una cosa por alguna cualidad, situación o circunstancia que las determina y que lleva a acatar lo que dice o establece o a no causarle ofensa o perjuicio. Esta es la definición del diccionario. Por tanto, respeto tiene mucho que ver en como se trata a los demás, y repercute en la propia consideración, ya que según como tratemos a los demás, nos tratarán a nosotros y repercutirá en nuestra autoestima y autoimagen.
La conversación con ese pladre, unido a la propia definición del respeto dio para una importante reflexión que os quiero transmitir en este artículo, ya que pienso que el respeto es una parte muy importante de la educación, que engloba muchos aspectos. ¿Cómo transmitir respeto?, vamos a verlo a continuación:
Tabla de contenidos
1. Tratar a nuestros hijos con respeto para educar en el respeto.
Como hemos visto muchas veces, la mayoría de aprendizajes que queremos transmitir a nuestros hijos se basan en la imitación (consultar neuronas espejo). La principal fuente estimuladora de nuestros pequeños es la observación de lo que hacemos, de lo que decimos y de miles de matices de nuestro comportamiento. Ellos nos van a observar en todo momento, y por descontado van a observar como les tratamos, con o sin respeto.
Pero qué quiere decir esto? que les vamos a permitir todo? ni mucho menos.
Tratarles con respeto quiere decir que les vamos a poner límites y normas, pero de manera respetuosa, que quiere decir con calma, explicándoles el porqué se lo pedimos, invirtiendo tiempo. Además vamos a entender sus emociones, vamos a respetar que las tengan y que aprendan a gestionarlas.
Si un niño se frustra, es muy probable que se enfade y llore, tratarle con respeto significa dejarle tiempo para que se le pase, entender por qué se ha frustrado y ayudarle a entender lo que le ha pasado, expresándole nuestra comprensión. Si un niño se entristece, va a tener la necesidad de retirarse un rato, va a tener la necesidad de llorar. Tratarle con respecto será dejarle espacio y tiempo para que llore, no intentar despistarle, no nos gusta que llore evidentemente, pero despistarle no es respetar su estado.
2. Tratar bien a los demás
Ciertamente, los niños, no únicamente van a observar como los tratamos a ellos, sino que van a observar como vamos a tratar al resto de las personas. Abuelos, amigos, a compañeros, o a profesores. Van a observar cómo actuamos delante de otras personas y lo que decimos de ellos cuando no están delante.
En muchas ocasiones os habréis dado cuenta de que tenéis una conversación en una habitación de la casa y el niño está en otra pero os está escuchando. Eso es porque está observando, le interesa lo que decís, están adquiriendo su propio criterio y para ello tienen en cuenta vuestra opinión.
Si estáis hablando mal e injustamente de un familiar, en presencia o no del niño, tened en cuenta que no estáis inculcando el respeto. Estaréis transmitiendo una falta de respeto hacia esa persona y eso repercutirá en su manera de relacionarse.
Por tanto, transmitir respeto es tratar bien a los demás, tratarlos justamente.
3. Tratarse bien a uno mismo
En muchas ocasiones hemos tratamos bien a todos el mundo, menos a nosotros mismos. Permitimos situaciones que nos hacen daño por evitar el conflicto, respondemos de una manera pasiva a cosas que nos hacen daño. Eso, en un inicio puede venir de terceras personas, pero acabará sin duda llegando de nuestros propios hijos.
Si el niño nos trata de una manera despectiva, tendremos que tener una respuesta respetuosa pero firme, de qué no lo permitimos.En muchos casos implicará consecuencias, pero nunca castigo. Os recomiendo leer éste artículo para conocer bien las diferencias.
Por un lado, no nos estamos haciendo un favor a nosotros mismos, pero por otro, estamos educando de una manera tremendamente incorrecta. Estaremos transmitiendo que la falta de respeto es normal, por que la principal figura que tiene que poner el límite a esa falta de respeto, lo permite y permite tratarse mal a sí mismo. Por tanto, todo es posible y la norma social que queremos transmitir (el respeto) se ve fragmentada.
Es evidente entonces, que no tenemos que tolerar la falta de respeto hacia nosotros mismos, provenga de donde provenga; de un familiar, del niño o de nosotros mismos, y en caso de observar que no estáis bien, no lo dudéis y trabajarlo, ya que lo estáis transmitiendo a vuestro hijo.
Tener respeto hacia uno mismo significa autoestima (querernos a nosotros mismos) y trabajarla.
El castigo no sirve
Si pensamos en modelos educativos más autoritarios, basados en el castigo hemos de pensar que, con el castigo, conseguimos que mejore el comportamiento, aunque a través del miedo. Y en la mayoría de los casos, cuando no estemos delante o haya sensación de impunidad, la norma se transgredirá de igual manera. En realidad, con ello, no conseguimos fomentar el respeto. Conseguimos que el niño se comporte bien en nuestra presencia, pero no conseguiremos que respete a los demás, o a sí mismo. Y eso sí, conseguiremos que desarrolle un montón de estrategias para evitar el castigo.
Me gusta la imágen educativa de Zipi y Zape por qué si bien la autoridad (padres o profesores) conseguían que se comportaran bien delante de ellos, en cuanto se giraban transgredían la norma, y eso sí, desarrollaban unas cualidades tremendas para evitar la autoridad. Es ese el objetivo?